Pasada la media noche
los cerrojos de las celdas
con estrépito de hierro
en el silencio resuenan
es que la muerte infamante
viene haciendo su colecta
Un esbirro carcelario
abre con brío la puerta
y dos guardias a la zaga
con los fusiles alerta
se esfuerzan en el umbral
como dos águilas negras
El esbirro una vez dentro
tose un poco y carraspea
alza a la vista un papel
y a la luz de una linterna
un nombre y un apellido
con trabajo deletrea
Un mozo tenue y robusto
oyendo el nombre contesta
y un viejo que está a su lado
tendido en una zalea
También responde:
¡Presente!...
¿Acaso estamos de juerga?
Protesta zafio el esbirro
Cuál de los dos? ¡pronto!
es Francisco Ruíz? Respondan!
¡yo! ¡yo! Cada cual contesta
Coincidencia de apellido
dice volviendo la jeta
con una sonrisa irónica
a la impaciencia pareja
En que somos hijo y padre
dice el mozo, y a la cuenta
yo soy el que ustedes buscan
¡yo soy! el viejo protesta
y entre el joven y el anciano
Engrazáse una polémica
Sobre cual de los dos
es el que ha de hacer la deshecha
Diga el 2º apellido ( Aclara la benemérita)
Martínez dice el guardían
Yo soy el mozo contesta
y echando un paso adelante
se encamina hacia la puerta
¡Acabemos de una vez!
Fulmina con su voz de clueca
el carcelero empujando al muchacho
hacia la puerta
El viejo entonces se arrastra
Agarrándose a una pierna
del hijo, que ya está en manos de los civiles
protesta..
¡Soy yo! Mi culpa es más grave
y es de muerte mi sentencia!
El era un crio.., un zagal
Cuando comenzó la guerra
Que sólo dos años antes
Hubo de dejar la escuela...!
Y empujándole colérico
el esbirro hacia la celda
Dijo:
¡No se apure, abuelo,
que esto es un compás de espera!
Si a mano viene, mañana
acaso, por usted vuelva
él le irá abriendo camino
para que usted no se pierda....
Retiráronse una vez hecha la presa
y con cerrojo y tres llaves
volvió a cerrarse la celda.
Cárcel de Porlier, Junio 1950.
El sueño de un niño
entreabiertos los labios
dormias como un ángel
los labios de los niños se abren como las rosas
al soplo de la tarde
Tus bracitos cansados
colgaban de la cuna
y tus manos abiertas
aún conservan restos de flores y de hierbas
Yo no sé que quimera mecía tus sentidos
pero se hubiese dicho que en su alado descanso
dejó sobre su boca una canción a medias
que en ella revoloteaba como un pájaro
las flores del espiro, la broña y el chaparro.
Mis manos percibían de tú pulso el latido
me acerqué poco a poco
por no quebrar tú sueño
sobre tú frente oh! Gunther
deposité mi beso y llorando en silencio
proseguí mi camino.
Cárcel de Sevilla, Junio 1951
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