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lunes, 3 de julio de 2006

King kong


EL Sábado estuve viendo king kong porque no tenía nada mejor que hacer, que me "echaron" del trabajo, así que... me puse a verla, luego pensé en ir al concierto pero no tenía con quien ir, y me dolía una pierna así que al final me quedé en casa.

La película está bien, lo que pasa que no me gusta el final, y lo que le hacen al pobre animalito, es grande pero èl no se metía con nadie, y encima que lo secuestran de su casa, le disparan, etc... le quitan a su amor, ¿que esperaban que no se enfadara?

Con lo que me gustan a mi los chimpancés... un gorila es un poco más grande jeje.
Luego me ha dao pena y no he visto el final, siempre acabo llorando ... se me hace un nudo...
y ahora veré la de cars a ver que tal está la de los cochecitos de dibujos.



Un Gorila, Dos Gorilas, ¿Más Gorilas?:


Dada su apariencia semejante a la nuestra, dado su tamaño y corpulento cuerpo superiores al nuestro, este noble gigante ha sido presentado en muchas obras literarias y películas del cine como una bestia agresiva y despiadada. Nada puede estar más lejos de la verdad. Y mientras nuestra imaginación cada vez lo presentaban más grande, más temible, en las selvas de África los verdaderos gorilas los exterminábamos sin piedad ni compasión.


Allá, a la selva, fueron algunos valientes zoólogos, a preservar esta maravillosa creación de la naturaleza. Y ahora, nos presentan no un gorila sino dos. Sí, lo que por tanto tiempo no vimos, por estar mirando donde no era, no hace mucho se comprobó que el Gorila no es una especie, son al menos dos. El Gorila Occidental (Gorilla gorilla) y el Gorila Oriental (Gorilla beringei), con la posibilidad que sean tres las especies ya que una de las subespecies aparenta ser muy peculiar.

El Gorila es natural del continente africano. Su distribución comprende al menos tres regiones aisladas en África Ecuatorial. Una de estas regiones, donde habita el Gorila Occidental (Gorilla gorilla), es al oeste del continente en los bosques costeros de tierras bajas; al sureste de Nigeria, Camerún, Guinea Ecuatorial, Gabón y al norte del Congo.

Lo que me hace pensar en otra película la de "Congo"

Otra población, no tan numerosa, se encuentra al este del continente; en los bosques de tierras bajas de la República Democrática del Congo. El tercer grupo, que se estima no llegue a los mil gorilas, es constituido por los gorilas montañeses. Estos últimos viven al suroeste de Uganda y norte de Ruanda. Estos dos grupos, por el momento, se consideran de la especie del Gorila Oriental (Gorilla beringei).

Se estima una población total en la naturaleza de unos 110,000 (Lindsey, 1999) gorilas (todas las poblaciones de las dos especies); donde del Gorila Oriental Montañés (Gorilla beringei beringei) sólo quedan unos 600 individuos.

El gorila es de hábitos diurnos y terrestre; pasa la mayor parte del día comiendo y descansando. Tanto los machos como las hembras preparan un “nido” o cama donde duermen. Un nuevo nido es construido cada tarde en las ramas no muy altas o en la tierra, el macho principal normalmente prepara su cama en el suelo.

La unidad familiar consiste de un macho dominante, es posible que hayan uno o dos machos adultos subordinados, y una o varias hembras y sus hijos. Normalmente estos grupos consisten de cinco a doce individuos, pero pueden ser de hasta treinta de ellos. Usualmente el macho dominante es un adulto que ya tiene la espalda plateada (silver back). Algunos machos viven solitarios.

A estas especies, todas las poblaciones, se les considera en peligro de extinción.


Gorilas huérfanos de África central
PÁG. 84 / FEBRERO 2000

En el Congo y en Gabón, personas que huyeron de la guerra civil se dedicaron de manera entusiasta a criar, socializar y, por último, devolver al estado de lilbertad a gorilas de llanura occidentales. Por Michael McRae; fotografías de Michael Nichols


"¡Buenos días, niños! ¡Buenos días!" La voz de Judy McConnery resonó bajo la tenue luz de la desvencijada cabaña. Aparecieron cuatro caras ansiosas en las barras de una tosca jaula para crías y ocho brazos peludos se extendieron entre la barrera de palos de madera. El cuarteto de crías entonó un coro de quejidos implorantes: la versión gorila de "¡Dame!". McConnery distribuía pedazos de pan entre las crías. Al otro lado de la pared interior de la cabaña, siete gorilas, de entre cuatro y ocho años, se acababan de despertar y esperaban su desayuno de leche, pan y frutas tropicales. Eran las siete de la mañana en la República del Congo y ya había comenzado la rutina diaria en el campamento de gorilas huérfanos. Situado en la costa atlántica del Congo, este campamento, que se encuentra en el Santuario Tchimpounga del Instituto Jane Goodall, servía como hogar provisional de once gorilas de llanura occidentales. Aunque sus orígenes exactos eran inciertos, en la mayoría de los casos eran "huérfanos de la carne del bosque". Sus madres murieron a manos de cazadores, que ahumaron la carne en campamentos en el bosque y la enviaron a ciudades y pueblos de todo el país. Lea el artículo completo de la revista.


El claro del bosque
PÁG. 38 / MARZO 2001

En lo más recóndito de la República del Congo, un soleado claro en el bosque atrae a gorilas, elefantes, antílopes y, durante seis semanas, a un tenaz y empecinado fotógrafo que se enfrenta a la descarga de adrenalina que supone un recorrido a pie por la enmarañada espesura con los más que posibles encuentros con animales salvajes y peligrosos. Artículo y fotografías por Michael Nichols


Encaramado en una cabaña sobre un árbol, veo un claro que atrae a mis «modelos» desde los oscuros escondrijos del bosque hasta la intensa luz del sol ecuatorial. Pasé seis semanas en este bai, o «claro», de la República del Congo. Convaleciente de una hepatitis, vine decidido a fotografiar Lokwe III, uno de los tres bais que jalonan el río homónimo en el Parque Nacional de Odzala. Los elefantes contribuyen a mantener los bais despejados, derribando árboles y removiendo el suelo del bosque en busca de tierra rica en minerales. Otros animales los siguen para hacer lo mismo y para rozar. Acampado a cierta distancia, capté a una familia de gorilas mientras observaban con cautela a un elefante. Me levantaba a las 4.30 de la mañana y preparaba café y gachas de avena. Después afrontaba la descarga de adrenalina que supone un recorrido a pie por la espesura con posibles encuentros con animales peligrosos. Lea el artículo completo en la revista.

(National Geographic).

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