Todos estos rumores,
para alimentar el ego,
de alguien sin concepto,
después de años,
nace un cretino y se multiplica.
Reconocía el talento,
de una persona tan joven,
estaba rabioso,
y se inventó una historia,
sacaba las cosas de sitio.
Pronto adquirió mucha popularidad,
que no soportaba,
y la tuvo que apagar,
con sus falsas verdades.
Era un enano de mediana edad,
con una impecable adicción,
a los focos, a las palmas, a las luces,
pero entre bambalinas,
le hacían zancadillas.
Todos gruñían,
¡yo estaba primero, gritaban!
que crueldad emocional,
ante tanto abuso sexual,
es bueno que te tengan miedo decían,
así no te mueves.
Seguía saltando peldaños,
como una superestrella,
entre canción y canción,
se encontró,
con su propia versión del estrellato.
Esa parte de la vida,
de lucha y dolor,
intentando crear nuevos hitos,
fórmulas con asombro infantil,
no soy capaz de relatar ese momento,
mientras los crios jugaban,
siempre yo inventaba,
siempre yo creaba,
nunca dejé de trabajar desde que nací,
a mi manera.
Entre el blues, el pop, y el rock,
bailé minutos hasta el amanecer,
en el cine de las sábanas blancas,
una forma maravillosa de pasar el tiempo.
Cada sonido que escuchaba se repetía en mi cabeza,
cientos de veces,
parecía una cámara anecoíca,
un claro contraste,
con el mundo exterior.
Daba clases a mis juguetes en la habitación,
parecía el mundo Disney en pequeñito,
mientras pensaba en comprender al resto.
No debería estar aquí,
lanzaban con palabras al viento como si nada,
sin las llaves de mi reino,
demasiadas cosas buenas,
guardan, mis llaves,
los iconos de un genio en diminuto,
después de ver tantas escenas, hice un anuario,
de reproducciones obsesivas,
incluso una amenaza de muerte,
en la espalda,
todo esto requiere enfrentarse a la complejidad,
siento que en cualquier momento podría romperme.
A cada caída me crece una cáscara,
que me protege de mi mismo,
y voy de un lado a otro como si desapareciera,
como un mecanismo de defensa.
Una vida llena de batallas,
me controlan, pero soy incontrolable,
fuera de lo común,
ahora estoy hablando desde ti,
para aprender a hablar de mi,
se notan los efectos,
es posible que fuéramos tímidos,
pero tontos no.
Un día me arranqué la máscara,
para ver el trastorno social,
que pensé tener yo,
entre otros síntomas,
y vi que era al revés,
entonces monté un musical de monstruos,
para representar sus desprecios,
y me salió una superproducción sin querer.
Era una escapatoria a mi necesidad,
fue una buena época,
iba por la calle saltando,
y me iban dando con un martillo,
pero yo seguía saltando,
hasta que de un salto lo rompí,
entonces volé.
Parecía un ente etéreo,
volando con una escolta de estrellas,
mientras trabajaba en mis idas y venidas,
en el desván.
Siempre me tumbaba en un muro,
a pensar canciones,
mientras la gente pasaba,
y miraban que hacía ahí encima.
Qué emociones tenía allí sentado,
más que en cualquier salón,
creen que soy como una dinamita,
¿y si exploto qué pasa?
monto una pirotecnia de espectáculo.
Tan solo estaba
deslizándome por la vida
como un extraterrestre ficticio,
que ocupa un papel aquí en la Tierra,
y va cambiando según el guión,
con algún que otro monólogo.
¿por qué no?
en una cita romántica,
todo sirve,
todo es importante,
hasta lo que no se dice,
¡ni que fuera yo un escaparate!.
Tenía una necesidad monomaniática,
contigo, porque me gustaba conquistar
tú mundo particular,
lindaba con tus ojos siempre,
entre los gritos en la montaña de los aficionados.
Es el precio de la entrada,
no una obra de caridad,
aunque fuera un inicio de adicción a ti,
pero me curo con analgésicos,
aunque el reloj biológico está descontrolado,
lo mismo sube, que baja,
lo mismo gira, que se para,
soy una persona dividida.
Se fueron los malos presagios,
para que no me eclipsen,
simplemente estaba viviendo,
tan solo estaba...
hablando.
PD: ¿quién sabe qué separa la realidad de la ficción?.
Espero que ganes.