Siempre pensé que era invisible pero gracias a Mathias y a sus novelas llegué a la conclusión de que los que tenemos relojes de cuco por corazón, y somos los peores acróbatas del mundo llenos de plumas en la cama de un hospital, intentando volar, no somos tan extraños, a veces creo que ni siquiera tengo una sombra y la tengo que buscar.
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